Berlín en 1 día: lo que no te puedes perder
¿Cómo organizar un día en la capital alemana? ¿Es una misión imposible o se puede conseguir?
¡Por supuesto que sí! Con un poco de organización puedes ver lo esencial. 24 horas en Berlín son un buen tentempié. Si no dispones de más tiempo, estoy seguro de que te animarán a volver, porque en la capital alemana hay mucho qué ver y hacer.
La historia y la silueta de la ciudad han quedado marcadas por las heridas de la segunda guerra mundial y de la guerra fría. Sin embargo, Berlín nunca se ha rendido y en la actualidad es famosa por la atmósfera de libertad. Nuestra ruta empieza en el Mitte, el barrio más céntrico de la ciudad.
Pasea a los pies de la Puerta de Brandeburgo
Un icono de la guerra fría. Su silueta se podía ver desde el cercano muro y los ciudadanos no podían verla de cerca. Al construir la pared, la Puerta de Brandeburgo se quedó en la “tierra de nadie”entre este y oeste. Su construcción data del siglo XVIII y se inspira en la Acrópolis de Atenas. En su cúspide, destaca la cuadriga de cuatro caballos conducida por la diosa alada de la Victoria.
Para llegar desde la Catedral deberás cruzar el río por el puente Schlossbrücke. Una vez en la otra orilla, sigue por el boulevard Unter den Linden y te encontrarás el monumento de frente. En total, el trayecto dura más o menos veinte minutos. Pasará volando porque ésta es la avenida principal de la ciudad.
Descubre el Führerbunker y Monumento a los judíos de Europa asesinados
Desde la Puerta de Brandeburgo, toma Wilhelmstraße y sigue hasta el cruce entre Franz. Straße y Hannah-Arendt-Straße. Entra en esta última calle y unos metros más allá verás un pequeño aparcamiento rodeado de edificios de hormigón de los años 80. Si no fuera por un cartel explicativo y la presencia frecuente de turistas, posiblemente pasarías por delante sin percatarte de nada. Sin embargo, el parking esconde uno de los lugares más tétricos de Berlín.
Bajo tierra se ocultan las ruinas del Führerbunker, el último escondite de Hitler. Fue el centro del gobierno nazi en 1945 y no se puede visitar, sus secretos han quedado sepultados para siempre. Si te apetece visitar otros bunkers de la capital puedes confiar en los tours guiados de Berliner Unterwelten que te llevarán en las tripas de la capital alemana.
Lo que sì se puede visitar y tocar con mano es el Monumento a los judíos de Europa asesinados que se encuentra unos metros más allá. Se trata de una gran superficie ocupada por 2711 estelas de hormigón que conforman un verdadero laberinto.
Se puede entrar por cualquier lado y una vez dentro, experimentarás una sensación de desorientación. El memorial fue inaugurado en 2005 y lleva la firma de Peter Eisenman.
Conoce la historia del Checkpoint Charlie
Cuando la guerra fría dividía Berlín, Checkpoint Charlie era el cruce fronterizo más “caliente”. Además de punto de tránsito entre oeste y este, era un lugar de espías y fugitivos cuyas historias han sido contadas en decenas de libros y películas. Se encuentra en Friedrichstraße 43/45 y para llegar te bastará coger Wilhelmstraße, un breve tramo de Leipziger Straße y Mauerstraße.
Al final de la calle verás un gran cartel con la cara de un soldado y una caseta con unos sacos de arena. Al acercarte verás también la famosa escrita “You are living the american sector”.
Si te interesan la historias ligadas al muro y los intentos de fuga más rocambolescos, te recomiendo hacer una visita al Mauer Museum.
Una buena opción para tu viaje de un día a Berlín es recorrer parte de la ciudad en uno de los autobuses turísticos. Todos ellos te llevan a ver los principales monumentos con la ventaja de poder bajar y subir en las paradas que más te interesen para tomarte el tiempo que consideres.
Visita el Museo Judío
¿Quién dijo que la arquitectura contemporánea no es capaz de emocionar? El Museo Judío se hospeda en un edificio zigzagueante proyectado por el arquitecto Daniel Libeskind. Desde fuera se parece a una estrella de David recortada y sus ángulos y geometrías le donan un aspecto peculiar.
En el interior alberga una exposición permanente que cuenta la historia del pueblo judío de la edad media hasta la actualidad. La institución cultural abre todos los días de la semana de las 10:00 a las 19:00. Para llegar a sus pies desde el Checkpoin Charlie te bastará con caminar unos pocos minutos en dirección sur.
No te pierdas Kreuzberg, el barrio turco
La siguiente etapa de nuestra ruta se encuentra un poco más allá. Para alcanzarla puedes dar un paseo de unos quince minutos. Kreuzberg es el barrio hipster por excelencia. Se caracteriza por el street art y el ambiente cosmopolita que se respira en sus calles.
Si te pica el gusanillo, puedes aprovechar la ocasión para probar los restaurantes de la zona. Siendo el barrio turco, ¿por qué no probar un auténtico kebab? En este caso, el lugar de referencia es Imren, una institución de Berlín. Si te apetece catar la comida Turquía, te recomiendo las chuletas de cordero de Adana Grillhaus. Para más info, te recomiendo leer el post dedicado a Kreuzberg.
Mira de cerca los murales de la East Side Gallery
El trozo del muro más largo aún en pie se encuentra en la otra orilla del Spree. Cruza el río hasta alcanzar la galería al aire libre más grande del mundo. East Side Gallery nació como respuesta a la libertad recién conquistada.
Tras la caída del muro, centenares de artistas de todo el mundo llegaron a Berlín para pintar sobre lo que quedaba de él. El resultado es una amplia colección de graffiti que nos recuerdan la época de la división. Puedes apreciar esta zona haciendo uno de los tours en bicicleta por Belín.
Uno de los murales más famosos es el beso entre Brezhnev y Honecker, los líderes enemistados de la época. Otro retrae un Trabant – el coche símbolo de Alemania del Este – atravesando la famosa barrera. Era un modelo de prestaciones modestas y con una mecánica muy sencilla que ha quedado como símbolo de una época.
Si te interesa la historia de este modelo y quieres ver unos de cerca, te recomiendo visitar el Trabi Museum (Zimmerstraße 14/15).
Admira la Catedral de Berlín
Vuelve hacia el centro siguiendo la orilla dell río Spree. En la misma Isla de los Museos se encuentra el lugar de culto más grande de la ciudad: la Catedral de Berlín.
El templo fue construido en el siglo XV y ha sufrido diferentes variaciones a lo largo de los años. Su aspecto actual se debe al emperador Guillermo II que confió las obras a Julius Carl Raschdorff. El káiser dio al arquitecto una instrucción clara: la nueva iglesia debía rivalizar con San Pedro en Roma y la Catedral de San Pablo en Londres.
En el exterior, la Catedral de Berlín destaca por su estilo que mezcla el arte renacentista italiano y el barroco. En el interior, el principal reclamo es la cripta de los Hohenzollern, el mausoleo dinástico más importante de Alemania. Afortunadamente, las tumbas reales (y la misma Catedral) sobrevivieron a los bombardeos de la segunda guerra mundial. Durante el conflicto, la iglesia sufrió el colapso de la cúpula y un gran incendio.
Camina hacia Alexanderplatz
Desde la catedral de Berlín solo tienes que atravesar el Mitte para, en breve minutos, llegar al el viejo corazón de Berlín este. Es la plaza más famosa de la ciudad y su icono es el Reloj Mundial (Die Weltzeituhr) que vigila la zona desde 1969. Fue diseñado para conmemorar el vigésimo aniversario de la fundación de la República Democrática Alemana y nos enseña la hora exacta en cada rincón del planeta.
A pocos metros, la Torre de la Televisión domina la plaza. Es otra atracción imprescindible y merece la pena llegar hasta la cúspide para disfrutar del panorama. Ten en cuenta que si tienes la tarjeta Berlin Pass podrás ahorrar al subir.
Busca el arte urbano en los lugares más inesperados
En Berlín el arte está en todas partes, incluso en la apacible Dietrich-Bonhoeffer Straße. Desde Alexanderplatz, toma Otto-Braun Straße y camina por unos 10/15 minutos; en breve llegarás en Greifswalder Straße 1.
Párate un segundo y mira dentro el jardín del edificio, verás la instalación artística “Die Rücken der Kuhn” (el regreso de las vacas). Se trata de unas vacas gigantes que "pastan" en la pared vertical del edificio. La obra lleva la firma del artista local Sergej Dott.
Termina el día en un restaurante original
La última etapa de nuestra ruta se encuentra en Volkspark Friedrichshain, el parque público más antiguo de Berlín. En su interior y a escasa distancia del estanque del parque se encuentra Schoenbrunn, un restaurante y biergarten con una cocina fusión austríaco-mediterránea.
El restaurante utiliza ingredientes de proximidad y es conocido por sus recetas insólitas. Aprovecha la ocasión para probar el pollo de Estiria con ensalada de patata y rábano, las albóndigas de espinacas del Tirol del Sur o el filete de char en salsa de Riesling.
En el caso de que viajes con niños, Volkspark Friedrichshain es una opción recomendable. Cuenta con un parque infantil, pistas para jugar a fútbol, baloncesto o beach volley, un rocódromo y un half-pipe para los amantes del skate y el monopatín.
En los meses cálidos hospeda también un cine al aire libre con unos 300 asientos. En este caso te recomiendo ir por la tarde en lugar que a última hora del día.
¿Merece la pena visitar Berlín en un día?
Berlín no tiene una belleza clásica. Cuenta con menos monumentos y edificios clásicos si comparada con otras capitales europeas, pero nadie puede negar que tiene algo especial. La libertad que se respira en sus calles y la omnipresente arte urbana le otorgan un carácter único.
Un día es lo mínimo para disfrutar de sus encantos pero mi consejo es que reserves a la capital alemana por lo menos tres días. Sobre todo si quieres catar la afamada vida nocturna berlinesa.
Si no dispones de más tiempo, otra buena opción es un autobús turístico. Con un billete hop-on/hop-off estarás libre de bajar y subir donde más te apetezca. Podrás desplazarte cómodamente sentado admirando el panorama desde el piso más alto. En algunas ocasiones, estos billetes incluyen un crucero por el río Spree.